Plantas de interior

Muchas plantas no soportan las temperaturas del invierno al exterior, por lo que han de cultivarse en ambientes cerrados, más o menos climatizados son las especies denominadas de interior. Esta calificación depende, sobre todo, de factores climáticos; así, plantas como la kentia o el ficus, consideradas de interior en muchas zonas de España, son ejemplares de jardín en la franja litoral andaluza o en el territorio insular.

Diversidad
En las plantas de intenor se aprecian diferencias respecto a sus características formales:

Fisonomía
Las conformaciones más habituales entre este tipo de plantas son: arborescentes (tienen un gran desarrollo e incluso muchas especies en su medio original son árboles), como el ficus; trepadoras, como el singonio; arrosetadas, como las bromelias, y matosas (plantas de desarrollo bajo y bastante denso), como la maranta.

Tamaño
El intervalo de altura y volumen de estas plantas, en interior, puede quedar representado por especies tan distintas como la kentia, palmera que alcanza un desarrollo de 2.5 a 3 metros de altura y dos metros de diámetro; la gardenia. arbusto de un metro de altura y anchura; el nefrolepis, helécho que puede medir 40 o 50 centímetros de ancho y poseer una altura de 30 centímetros, y la peperomía, planta que tiene entre 20 y 25 centímetros de altura y diámetro.

Hojas
El abanico de posibilidades es muy extenso: grandes (monstera) y pequeñas (fitonia); verdes (filodendron) y coloreadas (caladio); enteras (alocasia) y recortadas (aralia).

Flores
También muestran una gran variedad: grandes (espatifilo) y pequeñas (ceropegia); agrupadas (violeta africana) o solitarias (gardenia); con olor (estefanotis) y sin él (chvia).

Clasificación
Dentro del con|unto de las plantas de interior predominan los siguientes grupos botánicos: Bromelias. Poseen hojas recias, dispuestas en rosetas, y flores de diferentes colores que surgen del centro de la planta. Un ejemplo es la guzmania. Ficus. Los tipos más extendidos en cultivo son los de gran desarrollo, con hojas amplias y lustrosas, como el ficus benjamina y el ficus hoja de lira.

Heléchos.
Conformados como rosetas de hojas de aspecto delicado que crecen desenrollándose desde el centro. Un ejemplo es el nefrolepis. Orquídeas. Se reconocen por sus curiosas flores, diferentes en cada especie pero con una misma estructura. Un ejemplo es el lycaste.

Cactus.
Su rasgo distintivo es el escaso desarrollo en comparación con las especies de exterior, como el cactus candelabro.

Otros grupos
Hay otros grupos que no se corresponden con ninguna sección botánica, sino con distintas formas de desarrollo:

Trepadoras.
En interiores se sustituyen los troncos donde se encaraman en su habitat natural por soportes artificiales, como es el caso del potos.

Colgantes.
Ven cambiadas por contenedores aéreos las ramas de los árboles donde crecen de forma natural.
Un ejemplo es el aeschinantus.

Plantas de hojas coloreadas.
Presentan bellas coloraciones y manchas caprichosas en sus hojas, como la calatea.

Necesidades generales de Cultivo Los siguientes consejos son aplicables a todas las especies:
  • El riego debe realizarse lentamente y con el agua a temperatura ambiente; a ser posible, de lluvia o que haya reposado desde el día antenor para que no contenga cloro. Es mejor regar menos veces aportando más agua que hacerlo con mayor frecuencia y menos cantidad. El «gua se debe echar dejando transcurrir unos minutos entre cada aporte.
  • La reposición de nutrientes también debe vigilarse: el abono líquido es una buena solución, pero es mejor trasplantar con frecuencia
  • La luz suele llegar a las plantas muy focalizada; por tanto, debe girarse la maceta regularmente para equilibrar su desarrollo.
  • Durante el buen tiempo, aquellas especies que lo admitan deben sacarse al exterior.
  • El mejor tratamiento preventivo contras las enfermedades consiste en proporcionar a cada especie su luz adecuada y, en cada momento, la humedad que demande.
  • Los abnllantadores, productos de composición aceitosa destinados a acentuar el brillo de las hojas, son poco recomendables porque obstruyen los poros por donde éstas respiran. Es mejor pasarles un paño humedecido en agua tibia.
  • Para que las pulverizaciones de agua sean efectivas, han de ser frecuentes (una o dos veces dianas, dependiendo de la estación). No se deben hacer con sol directo, pues las gotas actúan como lupas y queman las hojas. Tampoco conviene pulvenzar aquellas plantas que tengan la superficie de la hoja con vellosidad o textura cérea.

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